Gildardo Montoya
Gildardo Montoya Ortiz, nació en febrero de 1939 en el corregimiento de Palermo, Támesis, Antioquia. Desde temprana edad, mostró un amor innato por la música, y su talento se manifestó cuando ganó un acordeón en una rifa. Ese fue el punto de partida para una carrera musical llena de creatividad y alegría.
Comenzó su vida laboral como recolector de café en Fredonia, pero su destino lo llevó a Medellín en busca de nuevas oportunidades. Allí, trabajó como vendedor en la plaza de mercado del barrio Aranjuez, y fue en la capital antioqueña donde se enamoró de la música mexicana y la habilidad compositiva de José Alfredo Jiménez. Decidió explorar su pasión musical y pronto comenzó a destacar como cantante, músico y, sobre todo, compositor.
La música parrandera paisa, con sus letras picarescas y ritmos contagiosos, fue el género en el que Gildardo Montoya se consagró. Participó en concursos de emisoras locales como Radio Visión y Radio Sinfonía y grabó cumbias que se convirtieron en auténticas joyas buscadas por coleccionistas. A través de sellos discográficos como RCU, Ondina y Clarín, difundió su talento y llevó su música a diversos públicos.
Uno de sus temas más recordados es "El gitano groserón", una parodia humorística al cantaor Juan Legido. Sin embargo, Montoya deseaba ser reconocido por sus composiciones para grandes orquestas tropicales antioqueñas y no solo por sus éxitos cómicos. Escribió clásicos tropicales interpretados por reconocidos artistas, como "La pelea del siglo", "El aguardientoski", "Piel de luna", "María Puñales" y la inmortal "Plegaria Vallenata", que fue cantada por Alejo Durán y el Combo de las Estrellas.
Gildardo Montoya también fue cantante del Grupo Venezuela, en el que se destacó por una versión en cumbia de la famosa balada rock "La chica de la boutique". A lo largo de su carrera, su talento y creatividad fueron ampliamente reconocidos en la escena musical de Colombia y más allá.
Trágicamente, su vida y prometedora carrera musical se vieron truncadas el 25 de noviembre de 1976, cuando sufrió un accidente en su moto en Medellín, el cual le costó la vida. Su partida dejó un vacío en la música parrandera paisa y en el corazón de aquellos que disfrutaron de su alegría y sabor. A pesar de su partida prematura, el legado de Gildardo Montoya sigue vivo en su música, y su nombre perdura como un tesoro invaluable dentro de la música colombiana.
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